sábado, 24 de mayo de 2008

missing those times when i was in love with freedom fighters...

Hace tiempo ya se me ocurrió esa frase tipo nick de msn. La encuentro nostálgicamente bonita y aparentemente muy cercana. Pero es una mentira. Yo no extraño esos tiempos, sino que mi vida es una permanente repetición de la verdad más desnuda de todas las verdades: a mí me atraen, lejos más que cualquiera otros, quienes creen en ideales y luchan por ellos. Ideales grandes o pequeños, da lo mismo. Acompañados de una buena dosis de sentido del humor... porque, qué es la libertad sino eso?

Recuerdo haber sido bien niña cuando vi por primera vez "Legends of the fall" o "Leyendas de pasión" para los amigos. Es una película de amor súper conocida (de hecho, es Brad Pitt el protagonista junto a la bellísima Julia Ormond). Pero a mí lo que me impactó siempre fueron un par de diálogos que tenía:
Cuando al viejo coronel, encarnado por el magistral Anthony Hopkins (de verdad estoy pensando en Huidobro y en eso de que si el adjetivo no da vida, mata... pero no puedo evitar los adjetivos... lo siento!), le piden que crea y confíe en la política y el gobierno, y él contesta "he visto poblaciones enteras arrasadas por el gobierno... y nada de lo que haya hecho o dejado de hacer en todos estos años indica que siquiera haya cambiado un ápice su política". Y yo no puedo evitar pensar que eso se aplica tanto a la derecha chilena, como al oficialismo católico y a tantos individuos que simulan caminar renovados por la vida.
Y Julia, cuando va a ver a Brad a la cárcel, y se apega a la reja confesándole que aún suena que es la madre de sus hijos. Bello.
Pero esta última no les aconsejo trasladarla a su vida. Yo hice ambas. Nada salió como lo esperaba. Pero al carajo coño.

Daniela, mi pequeña prima, dice que sería mala escribiendo novelas eróticas. Yo creía, y requetejuraba que no. Yo crecí creyendo que era buena en todo. Y más temprano que tarde me di cuenta de que era al revés. Si tienes gente con quien reírte de ello, no es tan malo, sin embargo.

"I still sometimes dream that i am the mother of your children"

sábado, 17 de mayo de 2008

21

Hoy cumplo veintiún años. Quería dar testimonio de ello.
Quería testimoniar que aún a los 21 sigo creyendo en los mismos sueños y anhelando las mismas fantasías idiotas que me emocionaban cuando tenía 15. Cuando cumplí 15 y me escribí una carta para cuando cumpliera 25, y sé exactamente dónde está esa carta, que hoy cumple 6 años de escrita, 6 años que no han transcurrido en vano, lo cual es lógico, pero más allá de eso, supongo que han sido 6 años de fidelidad conmigo misma. Hace 6 años a mí me gustaba mucho oír a La Oreja de Van Gogh, sobre todo esa canción del Viaje de Copperpot que se llama Mariposa y en el video ellos cantaban "cada fallo, cada imprecisión..." y salían andando en bicicleta... todo se veía tan apacible entonces... Y hace 6 años fui criticada porque no hice gala para los 15 sino comida china. También ese año me volví adicta a Cher y a Winona en Sirenas, especialmente por la parte en que Winona se besa con el chico en la parte de más arriba de la iglesia. A mí me gustaba ese chico, porque, por algún motivo, me recordaba a Andy, mi vecino alemán muerto un par de meses antes de que yo cumpliera 15 años.
Luego fueron 16. Yo integraba recién el equipo de debate y asistía sola, como atea recién conversa, a las manfiestaciones contra la invasión a Iraq con la cabeza cubierta por un cafiyeh y un enorme sentimiento de grandeza pugnando por salir de mi pecho y plasmarse en abrazos a todos esos compañeros que mis padres me presentaron cuando muy chica y a los que involuntariamente la vida los hizo dejar después. Yo los busqué entonces. Yo los busqué entonces y me fundí entre las consignas y los nombres de los muertos y de los vivos. Cumplí 16 en un abrigo largo y rojo que aún conservo.
Y 17. Ya faltaba poco para acabar el colegio y la etapa en Temuco. Faltaba poco para tantas cosas que ignorábamos y queríamos ignorar. Qué delgada estaba.
18. Mi tío Facturo desde la cárcel me dice que le hubiera gustado festejar conmigo, pero que estaba retenido por compromisos más importantes. Fernanda organiza una sorpresa en la Universidad para mí. Estoy sola y es ella quien organiza, yo no hago nada. Mi familia y mis amigos están lejos. La adoro para siempre.
Lo demás es historia bien sabida. Transversalmente, podríamos decir que "el que monta pingo chúcaro, tiene que aguantarse los corcoveos nomás".