jueves, 30 de julio de 2009

la mujer no nace: se hace


Mujer palestina de Gaza bajo la ocupación militar israelí y la ley patriarcal de Hamas


A todas aquellas valientes mujeres que se atrevieron alguna vez a dejar su casa para dar a conocer al mundo la causa de su pueblo, hacer campañas de control de la natalidad en los campamentos de refugiados, y mirar de frente al enemigo, fuera quien fuera, vistiera como vistiera, hablara la lengua que hablara...







Presentación
Primero que todo es fundamental dilucidar por qué elijo para hacer este trabajo (en que se debe analizar una situación jurídica desde la perspectiva del género) a la mujer palestina, cuyo estatuto no es nada claro, en desmedro de mujeres occidentales que atraviesan situaciones de obscena misoginia legal y jurisprudencial.
Las razones sobran. Ante todo está la opción de escribir sobre uno de los pueblos que viven en el mundo como si no pertenecieran a ningún territorio. En efecto, el pueblo palestino jamás ha adoptado la estructura política de Estado nacional, lo que no deja de ser llamativo desde nuestro horizonte, puesto que se rige por reglas consuetudinarias que regulan la vida social en torno a la familia, que actúa como epicentro modelador de los usos y costumbres tradicionales. Es así como la producción normativa de la institucionalidad (creada a principios de los ´90 con el advenimiento de los acuerdos de paz) en la práctica rige sólo un espacio público que cada vez se acota más con la creciente popularidad del islamismo radical entre la población civil de los territorios ocupados, particularmente de la dolida franja de Gaza, dando un vuelco general a lo que fue la lucha por la liberación social y nacional desde mediados del siglo pasado hasta las negociaciones con los ocupantes. Por otra parte huelga agregar que considerar a la mujer palestina como objeto de análisis es introducir elementos que podrían resultar novedosos, ya que si bien corresponde al ámbito geográfico del Mundo Árabe, mayoritariamente musulmán, por la propia historia de dominación y rebelión colectiva que lleva consigo, se ha separado del tradicionalismo de la zona, acercándose mucho a ideologías occidentales, como el marxismo leninismo. Por último, opté por referirme a la mujer palestina como una forma no sólo de introducir una perspectiva novedosa académicamente, sino además como un modo de tomar consciencia y actuar en base al presupuesto de que si bien todas las mujeres del mundo vivimos bajo un sistema patriarcal y tenemos la misma necesidad de transformarlo, ello no obsta, sino que más bien se nutre, a mi juicio, del derribar los estereotipos y aprehender los distintos saberes.
Análisis
Edward W. Said en su obra Orientalismo caracterizó la concepción que el occidental tenía de sí mismo como centro del universo atribuyéndose valores buenos y deseados, tales como la objetividad, la inteligencia y la racionalidad; en cambio el otro (el oriental) era aquel ser curioso y digno de estudio, por sus prácticas aberrantes, mística, impulsividad y pasión.
Puede establecerse una analogía entre esa idea y la de Simone de Beauvoir (en El Segundo Sexo) y el concepto de alteridad: es el hombre el sensato y a la vez valiente; mientras que el otro, al que define en relación a sí, la mujer, es insensata y a la vez cobarde.
Si asumimos entonces que ser palestina y mujer conlleva una doble carga negativa, estudiar el asunto desde la perspectiva del derecho, conceptuado éste como la herramienta para mantener un orden social, que ha resultado androcéntrico desde el origen de los días hasta la actualidad, el cual se concibe como neutro y objetivo, asumiendo entonces las características propias del ser masculino, aumenta el interés.
Considerando entonces como sujeto de análisis a la mujer palestina de Gaza actual, que es musulmana y de una familia pobre, campesina, y sin educación formal, nos encontramos con que hemos restringido el ámbito de estudio para evidenciar una situación en pro de alcanzar nuestro objetivo de ubicar al género en el derecho y al derecho en el género, primero, y luego, de estudiar cómo podría cambiarse su situación.
Algunas de las que antecedieron a las de hoy día habían tomado en sus manos los mismos fusiles que los hombres en los años ´60 con el objetivo de iniciar acciones para dar a conocer su causa al mundo. Fueron las menos. Pero otras muchas formaron múltiples comités y organizaciones de todo tipo con el objetivo más silencioso de fortalecerse internamente. Como partes de un pueblo expulsado al exilio la mayoría de ellas recibió formación universitaria a la par de cualquier hombre en las más prestigiosas universidades mundiales. Y las que se hicieron médicos recorrían los campamentos de refugiados enseñando métodos anticonceptivos a las mujeres, quienes habían decidido reducir el número de hijos por lo que significaba otro niño en medio de las condiciones de pobreza y caridad internacional en que se vivía.
Sin embargo, profesionales que viajaban por el mundo y todo, queda a la imaginación cómo vivían al interior del hogar y la familia: ¿prepararían y servirían la comida a sus maridos aunque ambos llegaran a casa a la misma hora?, ¿enseñarían lo mismo a sus hijos y a sus hijas?, etc.
Pero desde la firma de los Acuerdos de Oslo en 1993 y la consiguiente creación de la Autoridad Nacional Palestina, con lo que cambió el panorama completo que el pueblo conocía, se han verificado hechos como el aumento sostenido de la pobreza, las enfermedades (como la desnutrición principalmente), las muertes, los detenidos, los torturados y los heridos producto de cotidianos operativos militares, el estado de sitio en las calles, los despidos masivos, la restricción al desplazamiento libre, múltiples formas de discriminación, etc.
Todo ello a manos del Estado sionista de Israel y su poderoso ejército.
Aparece entonces la religión como única forma de salvarse de un panorama tan desolador, y la adhesión de las masas a la misma provoca un cambio social estructural y la vuelta a unos valores tradicionales de épocas ancestrales (esto se consolida con el triunfo democrático en las urnas de Hamas en enero de 2006).
Así, en los hechos: las mujeres están consideradas jurídicamente como menores y por tanto sometidas a la custodia permanente de los hombres (no tienen autoridad para hacer contratos legales o llevar cualquier negocio por sí mismas); como resultado del menor interés y atención que reciben las niñas respecto a los niños, el 91, 7% de los niños están alfabetizados, mientras que las niñas lo están sólo en un 76, 3%; las niñas reciben una formación enfocada al mantenimiento de la casa, mientras que a los niños se les prepara para incorporarse al mercado del trabajo; las niñas están sujetas al matrimonio temprano para garantizar su seguridad en un entorno político inseguro y para aligerar los gastos familiares; las mujeres necesitan la autorización de su padre o de su marido para trabajar fuera de sus casas o para viajar; las mujeres están excluidas del mercado laboral y cuando trabajan no reciben el mismo salario por el mismo trabajo (así, el porcentaje de las mujeres palestinas en la mano de obra es el más bajo del mundo, sólo el 12.3% de la mano de obra); la violencia doméstica contra las mujeres está considerada como una cuestión privada y las leyes y los procedimientos legales existentes no resultan apropiados para defender a las mujeres de esta violencia; hay una ausencia de servicios de medicina forense en Palestina de manera que los casos de asesinatos por honor escasamente pueden ser acreditados; los impedimentos más significativos para que las mujeres palestinas puedan disfrutar los mismos derechos que los hombres están relacionados con las prácticas sociales que mantienen los valores patriarcales en la sociedad palestina (los ejemplos más notables de las prácticas sociales en la sociedad palestina que impiden a las mujeres palestinas acceder a sus derechos, es un alto nivel de control social que le impone una serie de restricciones de conducta enmarcándolas en lo que se consideran como conductas apropiadas; el control social se extiende igualmente a los hombres a los que impone también una serie de límites, pero, de todas formas los hombres acceden a un nivel mucho más alto de libertad para elegir su propio futuro, no así la mujer, aunque es también un hecho que los hombres jóvenes sufren igualmente en todo el mundo árabe una gran presión en el marco de las expectativas que tiene para cumplir con sus obligaciones de buen marido y garantizar una buena economía a la familia).
Además los conflictos se privatizan y se resuelven al interior de la familia, que es extendida y patrilineal, como en toda sociedad machista. Al momento de casarse la mujer pasa a ser parte del clan del marido y no sólo será ésta la que decida por ella, sino que más específicamente dentro de la composición jerárquica de la familia serán los viejos de la misma quienes sean más respetados y oídos como pilares de la sabiduría ancestral.
Cambio social desde lo jurídico
Dado el caso concreto al que nos estamos refiriendo, vano sería indagar en qué circunstancias materiales avalan determinadas normas públicas para transformar las primeras a objeto de que tengan que modificarse las segundas.
Diáfano resulta, no obstante, que hay que mirar, en este caso y en todos, el derecho desde fuera del derecho, con ojo crítico, para poder transformarlo. Porque éste no es natural ni inherente a las personas, sino que se constituye como una forma de dominación, patriarcal fundamentalmente en el caso que nos concierne, y por ende la pretendida ley coránica es inamovible, mas pueden abrirse caminos para las mujeres que les permitan recobrar su dignidad, como está consagrado en los instrumentos internacionales de derechos humanos, o al menos tener la opción de conocer y apelar a esta normativa.
Lo inicial entonces es el repliegue del ejército ocupante, ya que mientras no cambie la sensación de vulnerabilidad, dolor, desprotección e inseguridad que se vive colectivamente al interior de una sociedad determinada, difícilmente podrá revertirse la mentalidad y el ideario colectivo en lo tocante a una nueva forma de educar, de pensar, de vivir. Todo lo contrario: las personas más se aferran a conservar, a la tradición, a lo que ya se tiene.
Luego, paralelamente, es fundamental que las Naciones Unidas y la comunidad internacional se instalen en el territorio de Gaza con diversas sedes bajo forma de hospitales, colegios, centros de atención a víctimas de maltrato doméstico, unidades de capacitación laboral y profesional, etc. Para así ir lentamente permeando la estructura societal familiar y estableciendo círculos y nexos entre las propias mujeres, que servirían más temprano que tarde como red solidaria entre las mismas.
Pero asimismo no hay que olvidar que los maridos, suegros, padres, hermanos e hijos de estas mujeres no son “malos”, sino que sencillamente nacieron con un rol asignado que, bajo las circunstancias en que se encuentran, ni siquiera pueden llegar a representarse la idea de cambiar. Por ello es muy importante que los servicios implementados para la mujer lo sean también para los hombres en lo que corresponda. También podrían crearse para ambos espacios de recreación y deporte comunes. Pues, como bien dijo doña Belén de Zárraga en su paso por Chile, la liberación femenina no es de la mujer, sino que del hombre y de la mujer.
Por último, destacar que inmediatamente debe prestarse asesoría jurídica para que las mujeres conozcan sus derechos legales y sepan cómo ejercerlos en asuntos de familia básicamente, además de asegurarles la representación de un abogado.
Epílogo
Las mujeres en que pensé al escribir este breve estudio seguramente habrán perdido su casa más de una vez, a alguno de sus hijos, a su marido, a algún otro familiar, quizás hasta algún miembro de su cuerpo; los sueños y las esperanzas.
Golda Meir, ex primera ministro israelí, dijo que no descansaría mientras quedara una última palestina con ovarios.
Me tomo la libertad para pretender crear espacios de libertad en el mundo pero aparentemente ello se contrapone con asistir las necesidades básicas y primarias de los seres humanos.
Creo que no es así. La mujer debe tomar consciencia de que su voz no debe silenciarse bajo ningún pretexto, da lo mismo cuántos bombarderos estén estallando allá afuera…
- Este trabajo fue presentado en la cátedra de Género y Derecho; Facultad de Derecho, Universidad de Chile.

Mujer y Familia





“Todo cuanto ha sido escrito por los hombres acerca de las mujeres debe considerarse sospechoso, pues ellos son juez y parte a la vez” (Poulain de la Barre)




Mi breve reflexión tiene por objeto, desde el derecho de familia, plantear que la codificación decimonónica y su posterior evolución se pensó y se puso en práctica en un claro sentido patriarcal, misógino y androcéntrico.
Así, examinado a la luz del derecho internacional de los derechos humanos, figura que utilizamos como de consenso, indiscutiblemente el derecho de familia en nuestro país históricamente ha sido discriminatorio en relación a la mujer, injusticia que no está erradicada totalmente de los cuerpos legales hoy en día, sino que, muy por el contrario, en parte subsiste (bajo la figura de ser el marido el jefe y administrador de la sociedad conyugal), y en parte es producto del canje de una regla discriminatoria por otra (los niños estaban siempre bajo la tutela de su padre en razón de la patria potestad, y actualmente quedan inmediatamente al cuidado de la madre si los padres se separan).
Toda esta normativa arranca de la presunción de que la diferencia biológica entre el hombre y la mujer hacen a cada uno apto para tareas diferentes, estableciendo consecuentemente roles absolutamente diferenciados para cada cual.
Puede emanar la explicación original de ello en el hecho de haber descubierto el ser humano, mucho antes de construir el concepto de propiedad privada, que el ser humano-hembra era capaz de engendrar y amamantar a otro ser de la especie tras una relación sexual, con lo cual principia la apropiación social y biológica del cuerpo de la mujer, en la que ésta, llegada cierta edad, es apartada de su familia o clan para integrar la de su marido, quedando subyugada a la tradición y costumbres de la misma, produciendo hijos que llevarán y serán los continuadores de esa familia, fenómeno bautizado como “patrilinealidad”.
Tras ello, habría que detenerse a pensar por qué nuestro legislador parte de un supuesto, que puede ser equívoco o no según la ideología desde la que lo miremos, que predetermina todo el funcionamiento social tan arbitrariamente. La respuesta es sencilla: el legislador no es neutral ni existe tal cosa como su sentido común, puesto que las relaciones de poder al interior de las comunidades políticas están organizadas de tal modo que se perpetúe éste en manos de quienes lo detentan. Es entonces el derecho una herramienta utilísima a los intereses de los hombres, y tiene sexo masculino. Jurídicamente a la mujer se le mira como a un otro, y como a un otro que sirve para desarrollar tareas que no son propias de los hombres. Claro, porque mientras éstos son racionales, reflexivos, inteligentes y dialogales, como el derecho mismo, las mujeres somos irracionales, irreflexivas, pasionales y arrebatadas. En esta concepción binaria de la realidad es entonces segmentada nuestra esfera en pública (el Estado) y privada (los hogares). El derecho sólo entra a regir el espacio público, aquel que está controlado por hombres –y en el último tiempo también por mujeres que demuestran tener características tradicionalmente atribuidas a los hombres-; ya que el privado se deja aparentemente a la autonomía individual. Es así como el marido y padre, quien fuera en la letra viva de la ley el príncipe de la familia, tiene una casa a la que llegar tarde tras tarde, cansado de trabajar en “cuestiones importantes”, donde lo esperan una mujer y unos hijos obedientes; ella seguramente lo sigue conquistando con sus proezas culinarias, le cría a los hijos como buenos católicos, y todos son muy felices relacionándose con familias similares.
Sin embargo, en dicho modelo occidental, heredero de la tradición romano cristiana, el derecho ignora (aunque en mi idea más bien hace como que ignora) a todas las distintas realidades que histórica y culturalmente han conformado una sociedad. Ello no es producto del error, sino que muy por el contrario ha sido cuidadosamente planificado. En términos hegelianos, no debemos preguntarnos por qué las mujeres hemos sido relegadas al espacio doméstico, sino más bien debemos preguntarnos por qué nos estamos haciendo esta pregunta. En términos marxistas, no debemos proponernos abolir el trabajo doméstico por la cónyuge, sino que más bien debemos ser capaces de construir una sociedad en que la cónyuge tenga la opción libre, voluntaria, de decidir si quiere tener una vida en que el trabajo doméstico sea su responsabilidad (da lo mismo si tiene o no las facultades económicas como para delegarlo en otra mujer).
Demás está decir, por lo diáfano que resulta, que el elemento socio económico está ligado al de género y ambos deben ir de la mano en esta interpretación y transformación social, pero sin embargo me parece que el de género es anterior al de clase, ya que, puesta ante el supuesto de la mujer burguesa que puede pagar un buen jardín de infantes y una buena niñera para dejar a sus hijos mientras triunfa en el mercado laboral, en oposición a la mujer proletaria que por un trabajo miserable debe arriesgarse a dejar a sus hijos con la vecina a que no le ofrece ninguna garantía, pues aún contemplando estas diferencias estructurales, persiste la cuestión de por qué es la mujer en ambos casos quien debe preocuparse y velar por estos menesteres propios de la crianza y la vida doméstica en general.
Así el estado actual de cosas, el derecho no puede analizarse desde el derecho mismo, ya que pretenderlo sería ingenuo, principalmente en relación a quienes nos quieren hacer creer que lo hacen, pero que en verdad tienen por objeto mantener y prolongar la agonía social de la mujer en este entorno machista y jerarquizado, donde son los hombres quienes están llamados a administrar y disponer del patrimonio, donde infinitas realidades sociales latentes son obscenamente ignoradas en el ordenamiento jurídico, donde se silencian las voces que no conviene escuchar. Pero que no se consigne en instrumentos oficiales no significa que no esté allí. Sólo significa que se quiere acallar un diálogo necesario para iniciar un nuevo proceso en que los seres humanos podamos mirarnos como iguales.
Pero este diálogo, en mi opinión, no podrá ser posible mientras la autoridad pública no cambie las normas que determinan la realidad de unos y otros arbitrariamente. Aún más, esa autoridad pública, el derecho mismo, no puede transformarse mientras la realidad social no se transforme. Y en este punto hay que entrar a distinguir entre las diversas situaciones que conviven en la actualidad, porque en el caso de la administración de la sociedad conyugal, puede que las mujeres generalmente se hayan informado y hayan tomado consciencia de que es mejor casarse bajo alguno de los otros dos regímenes patrimoniales –aunque la disposición del Código siga siendo atentatoria contra la dignidad de la mujer-; pero en aspectos diversos, como es el cuidado personal de los hijos, si bien legalmente ante el juez de familia la madre podría decir que no quiere tener a los menores y el padre estar de acuerdo en que estarán mejor con él, quien desea criarlos, socialmente aparecerá como absolutamente ilegítimo que ella se desprenda de aquellos deberes y derechos que le corresponden “por naturaleza”...
Concluyendo, pertinente es recordar que el cambio social siempre antecede al jurídico y que sus medios son mucho más enérgicos que los del derecho. Pero aún así es importante que aquellas normas que deben regir, sobre todo en su afán protector, nuestras relaciones familiares y privadas en general, sean aptas de representarnos a todos y a todas; si no, son prescindibles y hasta desdeñables.
Desde nuestra óptica, podríamos sostener que “todo lo legislado por hombres (entendido el hombre como ente cultural y no biológico) acerca de las mujeres, debe parecernos sospechoso, porque ellos son juez y parte a la vez”.

miércoles, 22 de julio de 2009

Algunas de las cosas que me inculcaron mis papás y que hoy aplico inconscientemente en la vida cotidiana...


1- El deber de ir a todos los cumpleaños a los que a uno lo invitan, llevar regalo, jamás hacerse acompañar de no invitados a la fiesta.
Si no vas, aunque sea un rato, debe ser por un motivo grave, muy grave, y justificado con el o la cumpleañera a su debido tiempo.
2- No ir a celebraciones o juntas donde a uno no lo hayan invitado.
3- Regla de oro: el valor del sacrificio.
Esto se traduce en el aspecto académico absoluta y únicamente. Uno tiene que estudiar en forma incansable, hacer todo lo humanamente posible por entender y aprehender las materias. Si no, no llegará la recompensa, que es la tranquilidad de la buena nota; y si llegara a venir, no la disfrutarás.
4- Nunca comerás/beberás productos de la calle: ni helados ni algodones de azúcar ni manzanas acarameladas ni palomitas de maíz ni frutas ni verduras ni chocolates ni completos ni sopaipillas, y un largo etcétera.
5- Quienes acarician o mantienen cualquiera tipo de contacto con animales desconocidos son sospechosos. Quienes tienen mascotas que no les reportan utilidad práctica, la misma cosa. Quienes duermen con el perro/gato/canario, le tejen ropa, lo bañan en la tina de uso familiar, le hablan con arrumacos, lo presentan a sus amigos y familiares como a un hijo, están perversamente locos y más les vale ir consiguiendo la horita al psiquiatra.
6- No te echarás colonia ni desodorante ni talco ni cualquier tipo de producto cosmético sino tras una sana, caliente, enjabonada y reparadora ducha.
7- El gusto por el café con leche (descremada por desgracia).
8- Es un inconsciente el que descansa mientras los padres trabajan, el que deja carrera tras carrera, el que se para en las esquinas a ver pasar los días.
9- Que para los pobres del mundo la única respuesta posible es el socialismo.
10- Que no puede transigirse como ideas elementales como el castigo a los responsables de la dictadura.
11- Que hay que levantar la voz por el pueblo palestino y por todos los pueblos del mundo que no pueden levantarla.
12- Cinema Paradiso y El Padrino son dos de las mejores películas, con las mejores bandas sonoras, de todos los tiempos.
13- La vocación de ayudar a los demás, la misericordia por el prójimo, el perdón.
14- Condorito es una obra maestra, así como Sandokán.
15- La devoción por el vacuno asado al palo. Partiendo por el olor...

jueves, 9 de julio de 2009

... a mí me duele el dolor de tanta gente a la que le han talado con hambre su coraje...

Mito o realidad

Da la talla como para no creerlo

Que no iba a dormir tranquila dijo la ex Primera Ministro de Israel, Golda Meir, mientras quedara alguna palestina con ovarios

Que los palestinos eran animales de dos patas

Que la tierra palestina estaba abandonada hasta las oleadas de inmigración sionista, a las que llamó un pueblo sin tierra

Parece mentira en verdad

Lo único cierto acá a mi juicio, tan corriente y válido como el de cualquiera, es que hay que ser muy perverso o muy estúpido (o ambas cosas a la vez) como para justificar los derramamientos de sangre, las torturas, la espera de horas en los puestos de control, el martirio a niños pequeños, etc.

La fábula cuando está en medio la vida de personas como uno, comunes y corrientes, que sólo esperan vivir una vida normal

Es que a veces sencillamente soy muy ingenua y me cuesta comprender la derrota a este punto

Otras, muy escéptica y me cuesta bancarme a mí misma tras haber aceptado la derrota

La derrota no a los grupos guerrilleros marxistas-nacionalistas ni a los revolucionarios en general, sino que se trata de una derrota mucho más trascendente: es la derrota de la dignidad de los pueblos y de los individuos.
Eso es perder Palestina, eso es la ocupación militar, eso es el Muro.