sábado, 2 de octubre de 2010

Homenaje a Facturo

Facturo:

Te tomé esta foto en julio de 2006, cuando Israel bombardeaba el Líbano y Gaza, con el pretexto de destruir a Hezbollah y a Hamas, y "accidentalmente" caían asesinadas familias enteras bajo sus explosivos made in USA. Nosotros marchábamos por las calles del centro de Buenos Aires en señal de protesta. Éramos miles de personas, entre los que se contaban mi tía Gaby, Gabrielita y Dania, mi mamá y el Tallu, mi tía Paula, Salva, Cande y Zahi.

El año anterior yo había cumplido dieciocho años. Y tú estabas preso en la Brigada Antiterrorista de la Policía de Buenos Aires, a la espera de la decisión judicial que dictaminaría si serías o no extraditado a Chile. Habías llegado a esa cárcel subterránea y húmeda hace algunos meses tras treinta años de amarga clandestinidad. Y mi tía me compró un libro sobre Celia, la madre del Che, en que escribiste una dedicatoria. Decía: "sobrina, compromisos más importantes me han impedido acompañarte". Y luego copiaste esa frase de Eduardo Galeano de la que extrañamente nunca antes oí y que desde entonces tan continuamente me repito, sobre la utopía, que sirve para caminar.

Y yo. Yo que crecí sintiendo cómo querían mostrarnos que los sueños pertenecían al pasado y que los índices de productividad y el valor de la divisa eran las ilusiones del presente. Yo que crecí sintiéndome en lugares equivocados, con las ideas equivocadas, entre la gente equivocada. Me encontré en la adolescencia con un héroe en televisión que resultó ser mi propio tío. Descubrí sola ese secreto que era tan evidente pero que nadie quería ver, tu verdadera identidad. Pero nada cambiaba. Después del golpe inicial tras reconocerte en un programa de TV con un peinado con el que tal vez te conocí a principios de los ´90, cuando te llamabas de otra manera, me di cuenta de que quienes realmente somos y la decencia de cada ser humano no tienen absolutamente nada que ver con las etiquetas en que nos ponen los otros o incluso nosotros mismos. El coraje y el sentido del humor con que te he visto afrontar hasta los episodios más cotidianos, el aliento que me has dado para buscar la liberación de Palestina y de todos los pueblos que luchan por zafarse del dominio imperial, el sentido común y la razonabilidad con que vives, me recuerdan siempre esa canción de Amerindios, que se llama Sin Nombre, sobre todo la parte que dice "la vida no pregunta si uno quiere o no comprometerse...". Y tus propias palabras, que leíste ante ese tribunal el año 2005, identificándote con una generación, con un momento histórico, con unos ideales, que también son los míos, me hacen admirarte todavía mucho más. El enemigo es el mismo hoy. La explotación, el hambre, la miseria, los derramamientos de sangre se multiplican en el mundo día tras día. Esas causas que te hicieron renunciar a la posibilidad legítima de tener una vida normal, siguen hoy más vigentes que siempre. Pero la indiferencia y el individualismo se acrecientan. ¿Qué pasa? Ganaron los malos, pero sólo una batalla. Mientras existan espacios para el horror, existirán espacios para el triunfo de la justicia y las reivindicaciones de los oprimidos de siempre. La historia es nuestra y la hacen los pueblos.

Mi tía Paula me cuenta que me ibas a buscar al jardín infantil de la Universidad de La Frontera. Poco después, en San Martín de los Andes, me bautizaste como "facturita" ante mi devoción por las masas rellenas. Y yo te puse Facturo. Imagino que a mis viejos les gustó para no tener que decirte Héctor y tampoco Sergio o Salvador, los nombres prohibidos. Así quedaste, como Facturo. Y hoy por fin la Argentina te abre una posibilidad de vivir tranquilamente, que los milicos traidores cerraron con sus tanques ese sangriento ´73. Pero no puedes salir del país, menos volver a tu país. No necesitas que lo diga, pero ¡cómo es injusto que los terroristas de Estado hayan quedado impunes y que los luchadores populares sean castigados y perseguidos políticos!. Sin embargo, no pierdo las esperanzas de que vengas cuando se hayan abierto las alamedas por donde caminemos los hombres y las mujeres libres.

Te mando un abrazo muy fuerte, con toda mi alegría, cariño y devoción incondicional;
tu sobrina Nadia.

Santiago, sábado 2 de octubre de 2010.