viernes, 13 de marzo de 2009

MEMOIRES

A veces, no puedo recordar desde cuándo, me encuentro elucubrando hipótesis que nada tienen que ver con la cotidiana actividad que en el momento realizo. Si bien puedo atreverme a decir que dichos destellos intelectuales, casi involuntarios y antojadizos, suelen venir a mí cuando tengo sueño (yo me comporto en forma especial cuando tengo sueño... creo que es el único rasgo que me queda de cuando fui una bebé, y lo heredé de mi madre), no es éste la causa. No. Porque si lo fuera sólo pensaría estos entramados con sueño y lo haría siempre que la computadora, o la excusa que fuere, me hubiera distraído en noches previas a clases. Lo que ocurre consiste en pequeños momentos que, provenientes de mi subconsciente, se apoderan de mi frondosa imaginación y tejen historias que se muestran ante mí como una cierta verdad, que me atrae y hace sentir inteligente a la vez, pero que, al mismo tiempo, me da miedo y no quiero explorar más allá. Mi maestra dijo una vez que las personas felices no tienen historia. Mi madre me dice siempre que desearía que yo fuera un poco más tonta para que pudiera vivir la vida con menos complejos, sin ellos si de ella dependiera lógicamente, sin tanto cuestionamiento original, porque así gozaría más, como una verdadera criaturita despreocupada que avanza por la senda de la vida sin más carga que su teléfono celular. Mi padre no lo dice directamente, pero siempre insinúa que yo debería dejar de pensar en tanta cosa sin asunto, como la muerte de civiles inocentes, y dedicarme a explotar un área lucrativa de la carrera que me permita un buen pasar económico cuando él ya no tenga que estar allí para esos menesteres (a todo esto, queda poco ya). Algunos de mis familiares y casi todos mis compañeros de curso del colegio me miraban raro frecuentemente cada vez que yo daba una opinión diferente a la establecida, aunque yo fuera capaz de matarme por lo que estaba pensando, ya que me parecía totalmente coherente. Y la verdad no sé si sea o no una provocadora, no sé tampoco cuánto me importe, y menos aún, con esto vuelvo a mi tema, tengo la certeza de que dichas fabulaciones que trabo en mi mundo sensible de lo aprehensible por mis poros de la realidad, tenga relación directa con que yo sea una persona con ideas propias. Ni siquiera sé muy bien qué significa lo anterior.
Sí sé que ambas cualidades significan algo para mí. De eso estoy segura.