martes, 20 de octubre de 2009

siempre son peores los veinte de octubre que los once de julio












¿Te acuerdas de cuando me retabas porque me estresaba en básica tener que preparar mi mochila para el día siguiente?
¿O de cuando nos mojábamos en los regadores del Barrio Inglés haciendo hora para el reforzamiento de matemáticas y también me reclamabas allí que no pudiera soltar el termo del almuerzo ni para jugar a pasar el calor primaveral?
¿Y cuando me pedías disculpas, cuando nunca dejabas de pedirme disculpas, por haberte unido a las bandas de compañeras que se entretenían espiándome en los recreos a los diez años?
El de 2004 fue el último buen 20 de octubre.
Siempre desde entonces hay una sensación de vacío, de que ya no está la única persona con quien podía reírme sin importar que pensara qué, que me quería incondicionalmente, en forma natural, que era querida por todos sin distinciones absurdas que se aprenden con los años.
Quizás por eso fueron tan pocos tus años.
Ahora la que se disculpa soy yo. Desde el 12 de julio de 2005 que vivo pidiendo disculpas.
Hasta pronto, mi Nico.




1 comentario:

Tanya dijo...

Muy cierto... no poder volver a celebrar su cumpleaños junto a ella es una de las cosas más dolorosas... no haber alcanzado a cumplirle todos los deseos que le regalé en uno de ellos también... y sentir que lo único que nos queda es recordarla y tratar de ir de tanto en tanto a dejarle flores me parece terriblemente injusto, pues considero que ella merecía y merece mucho más...
Estos días me tocó pasar en taxi 2 veces por el Cautín... en ambas oportunidades me hablaron de lo bonito que era... mientras para mí sigue siendo el lugar más triste del mundo...
Este 20 de octubre estuve en Temuco, pero no tuve tiempo para dedicárselo, aunque fuese simbólicamente, a ella... tampoco hubiese sabido qué hacer aparte de escribirle algo, como lo he hecho todos estos años... ¿prenderle una vela acaso, como si fuese una santa? no lo creo, me rehúso a tratarla como un ángel en los cielos o como un alma en pena... tampoco creo que a ella le hubiese gustado eso... quizás hasta se hubiese reído de mi ocurrencia.. a ella le gustaba mucho reírse de todo, aunque fuese una desgracia...