jueves, 24 de julio de 2008

me reporto, camaradas!

Esta noche siento un nudo en la garganta que no se disuelve con una pastilla ni con una cucharada sopera rellena de manjar. Esta noche he sentido algo que hacía tiempo no sentía y ya tenía olvidado.
Hace mucho, tanto, que no recuerdo cuánto, no tenía la experiencia de arreglarme para ver a alguien con la intención de agradarle. Siento, hasta ahora que es tarde y todo ha pasado, que me veo muy bonita, muy bien. De hecho, antes de verlo no me sentía así, sino que sólo sentía nervios. Quizás para explicar esto debí anticipar que el chico al que veía no me atraía como posible novio, nada de eso, sino que me atraía en general, me gusta de veras, lo que sólo se sabe cuando te impresiona conversar con alguien. Para probarlo, afirmo pues que en las relaciones de los últimos 3 años no había sentido algo así, sino que más bien había tomado la ruta del peor es nada y creído en ella. Pero a éste lo admiraba y fui valiente. Me dirigí hasta su casa en una de las capitales más grandes de América Latina y compartí con él la bombilla de una de las bebidas más importantes en la vida de Benedetti y de tantos otros. Conversamos lentamente, con cierta incomodidad y admiración. Inseguridad de por medio más buenas intenciones. Y no podíamos parar de mirarnos, juro que no.
Pero hay tanto y tantos de por medio.
Que he andado triste, helada y nocturna por esta ciudad con la que nos conocemos tan bien. Deambulando. Lamentando tanto.
Yo debí ser una chica con suerte. Ya no me gusta sufrir, menos si no están mis amigas conmigo.

Sin embargo, no me arrepiento de nada. No hay nadie más guapo, hermoso violentamente hermoso, inteligente, sensible, revolucionario, sencillo y culto que él. Y si lo llegara a haber, no habla con acento argentino, y viste.

2 comentarios:

Tanya dijo...

Jajajaja, no sabes qué gusto me dio saber de ti y en esas circunstancias. Espero que lo sigas pasando muy bien y que apenas vuelvas nos veamos. No tengo nada que contar, pero puedo ser buena escuchando. Mentira, creo que soy copuchenta no más, pero tú me aguantas así, ¿cierto?
Te quiero mucho, hermana.

Oruga dijo...

La incertidumbre de gustarse
que geniiiiiiiiaaaaaaaaal
amo esa sensación
Cariños amiga mía,
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