Transportaba dentro de sí misma una pena tan clandestina como su vida toda.
Se repetía constantemente que la vida empezaba y terminaba en París.
Añoraba el momento ideal del helado perfecto mientras los techos resistían los granizos.
Su comida preferida eran las lentejas.
Sonreía mostrando las encías y siempre parecía estar en otro lado.
Se sentía identificada tanto con Abby Lockhart como con Simone de Beauvoir.
Era una joven común en un país común rodeada de gente común.
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