dando vueltas al día en varios mundos. creando realidades privadas, transformando realidades públicas.
jueves, 6 de diciembre de 2007
LA NECIA (o un préstamo de Silvio)
Para no hacer de mi ícono pedazos,para salvarme entre únicos e impares,para cederme un lugar en su Parnaso,para darme un rinconcito en sus altares.me vienen a convidar a arrepentirme,me vienen a convidar a que no pierda,mi vienen a convidar a indefinirme,me vienen a convidar a tanta mierda.Yo no se lo que es el destino,caminando fui lo que fui.Allá Dios, que será divino.Yo me muero como viví.Yo quiero seguir jugando a lo perdido,yo quiero ser a la zurda más que diestro,yo quiero hacer un congreso del unido,yo quiero rezar a fondo un hijonuestro.Dirán que pasó de moda la locura,dirán que la gente es mala y no merece,más yo seguiré soñando travesuras(acaso multiplicar panes y peces).Yo no se lo que es el destino,caminando fui lo que fui.Allá Dios, que será divino.Yo me muero como viví.Dicen que me arrastrarán por sobre rocascuando la Revolución se venga abajo,que machacarán mis manos y mi boca,que me arrancarán los ojos y el badajo.Será que la necedad parió conmigo,la necedad de lo que hoy resulta necio:la necedad de asumir al enemigo,la necedad de vivir sin tener precio.Yo no se lo que es el destino,caminando fui lo que fui.Allá Dios, que será divino.Yo me muero como viví.
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1 comentario:
Por lo menos te queda el consuelo que da la consecuencia, a mi me niegan los préstamos y lo que robo sólo confirma lo evidente.
(Tan joven y tan viejo, Joaquin Sabina)
Lo primero que quise fue marcharme bien lejos;
en el álbum de cromos de la resignación
pegábamos los niños que odiaban los espejos
guantes de Rita Hayworth, calles de Nueva York.
Apenas vi que un ojo me guiñaba la vida
le pedí que a su antojo dispusiera de mí,
ella me dió las llaves de la ciudad prohibida
yo, todo lo que tengo, que es nada, se lo dí.
Así crecí volando y volé tan deprisa
que hasta mi propia sombra de vista me perdió,
para borrar mis huellas destrocé mi camisa,
confundí con estrellas las luces de neón.
Hice trampas al póker, defraudé a mis amigos,
sobre el banco de un parque dormí como un lirón;
por decir lo que pienso sin pensar lo que digo
más de un beso me dieron (y más de un bofetón).
Lo que sé del olvido lo aprendí de la luna,
lo que sé del pecado lo tuve que buscar
como un ladrón debajo de la falda de alguna
de cuyo nombre ahora no me quiero acordar.
Así que, de momento, nada de adiós muchachos,
me duermo en los entierros de mi generación;
cada noche me invento, todavía me emborracho;
tan joven y tan viejo.
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