martes, 7 de abril de 2009

chanta

No se me ocurre otra palabra para titular esta entrada: chanta.
Chanta este Chile de mierda.
Dos de tres Poderes de Estado, conformados por chantas, aprueban estos días una ley que es como ellos... chanta.

No es mi intención en esta oportunidad hacer un análisis acabado y desde distintas perspectivas de lo que hoy es más vigencia que proyecto, alias la nueva ley general de educación, que viene a reemplazar a la pinguinamente combatida hace 3 años ley orgánica constitucional de enseñanza. Esto lo sabemos todos. Lo que la mayoría ignora o finge ignorar, porque le da lo mismo, así de crudo, es que en verdad no cambia nada. Todo se mantiene igual y peor.

La educación es el pilar de un sistema social, cualquiera sea éste, querámoslo o no. Es por ello que en mi concepción decir educación es algo vago, porque implica un millón y más de cuestiones. Una de ellas, en nuestra realidad cultural, es la educación formal; esto es, ir al jardín de infantes, posteriormente a la enseñanza básica, de ahí a la media, para rematar en la universidad. Hoy Chile cuenta con todas estas instituciones para la generalidad de los bolsillos y los gustos. Pasar como sea por las etapas es más o menos obligatorio, jurídica, pero más que nada socialmente. Hacer la carrera por los establecimientos implica pagar con esfuerzo (que en la mayoría de los casos corre por cuenta de los padres) una posibilidad de acceder a la vida que cualquier buen burgués querría. No hay alternativas. Son las leyes del mercado.

La educación está cargada de ideología. No podría ser de otra manera, ella es el piso fundante de las sociedades. Que la educación más importante entonces sea la formal, incluso por sobre la familiar, religiosa, etc., nos manda una clara señal: se valora la técnica. Todo lo que es simple y sencillo, común y corriente, pasa por algo que se escribe y deletrea en complicados vocablos. Sólo quienes dominen esos complejos códigos del saber ostentarán el poder necesario y guiarán los destinos de las masas.

Pero... por qué permitimos ser masas???
Por la esquizofrénica influencia de los medios de comunicación es una respuesta razonable para el día a día.
Pero... de adónde arranca ese día a día???
De la ideología. El capitalismo, el neoliberalismo, el imperialismo, la alienación, el individualismo, la enajenación, la indiferencia, el egoísmo, pues son los factores claves para explicar por qué la LGE no es casualidad, por qué los operadores del sistema necesitan este tipo de ley que no se pronuncia sobre ningún eje substancial, aunque eso no significa en lo absoluto que no los trate; este tipo de ley absurda que desconoce con ceguera grosera las diferencias sociales para las que está entrando a normar; este tipo de ley que arrastra por los suelos y casi de los cabellos a la docencia y los docentes.

Mientras la gente crea que la estructura es incuestionable, indesmentible e inmutable, seguiremos viviendo en un país chanta, cínico. Gobernado por hijos de puta que nunca hicieron nada más que pretender el Poder y memorizar discursos para alcanzarlo.

El Poder se construye abajo, entre quienes componemos los pueblos. Quienes realicemos una misma actividad debemos trabajar en conjunto para sostener una alternativa a este sistema. Si ello lo podemos tejer, entonces el Estado Nacional Chileno estará dando sus últimos suspiros como la gran bestia que fue.

1 comentario:

Tanya dijo...

Efectivamente estamos en el país de lo chanta, donde la democracia es chanta, los políticos son chantas, los medios son chantas y no hay nada más chanta y manipulable que la llamada "opinión pública". Así que sí, la ley aprobada es innegablemente chanta como todo lo demás, pero no por eso nos quedaremos de brazos cruzados ni formaremos parte de esa masa impensante. Conscientes de lo que ocurre debemos comunicarnos, discutir y criticar, generar discursos alternativos que se sostengan tanto en la experiencia de cada cual, como en nuestros anhelos comunes de una sociedad más justa. Debemos creer en la revolución de nuestras voces, en el surgimiento de la multiplicidad de voces que, surgidas del descontento y la opresión traerán consigo la fuerza para generar el cambio social que nuestro país necesita para dejar de ser ese jaguar chanta que se esconde en los arbustos del cruel zoológico neoliberal.