Siempre que camino por las calles me ducho subo las escaleras preparo mi desayuno leo/veo/escribo/oigo algo que me aburre, me sorprende una especie de luminosidad interior, cierto destello alegre, que racionalizado a los segundos, se empieza a convertir en una magistral idea que sólo falta poner en papel. Ahí está, lo que por años esperé. Aquella pieza que me haría sentir orgullo de lo que soy capaz gracias a mis dotes naturales.
Pero nada de eso. Apenas tengo tiempo, clima, espacio, silla, mesa, luz, pluma y hojas blancas, la idea ya no parece deslumbrante, apenas la recuerdo de hecho, y todo lo que escriba no va a tener ni la menor relación con ella.
Entonces vuelvo a las actividades útiles. Y pasa otra vez.
Nada hace presagiar que vaya a dejar de pasarme.
1 comentario:
A mí me hace bastante sentido lo que escribes, quizás porque yo misma lo vivo a veces. Me encantó como lo describiste eso sí, yo no podría haberlo hecho mejor. ¿Ves? ahí tienes un talento, un don natural bastante privilegiado. Lástima que la escritura aún no sea considerada propiamente una actividad útil. Pero qué carajo nos importa a nosotros, los soñadores, la utilidad. Te adoro, hermana. Te llamo más rato para verte antes de marcharme a olvidar(me).
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