jueves, 17 de junio de 2010

ALGUNAS CRÓNICAS, PENSAMIENTOS, NOTAS Y TESTIMONIOS DE ENTRE LOS 15 Y LOS 17

UN MUNDO REBAÑO
Ya no quiero escuchar, ni saber, ni opinar. Ya no quiero esperar, ni discutir,
ni marchar. Ya no quiero suponer, ni pensar, ni rebuscar. El mundo ya me
cansó. El mundo ya ha pasado por mucho y va a seguir pasando por mucho más,
entonces, ¿para qué perder tiempo en escuchar, saber, opinar, esperar,
discutir, marchar, suponer, pensar y rebuscar?
Somos todos pequeñas ovejas. Empezando por Bush, porque no, señor, él no es el
pastor del rebaño en ningún caso. Aquí el rebaño se guía por las mismas
ovejas. Hay unas ovejas gordas y grandes que caminan atropellando a las demás
y entre ellas está Bush. Pero hay algunas que no temen los pisoteos, y se
adelantan. Éstas no son las bonitas, y menos bonitas quedan luego de los
empujones de las ovejas grandes, pero aún así, son las que más seguidores
cobran. Éstas ovejas son admirables. Admirables, porque están flacas, pero
tienen la fortaleza suficiente como para morir defendiendo un hermano;
admirables, porque son viejas o niñas y siempre saben donde están los pastos
tiernos, nunca lo olvidan y siempre lo dicen para el beneficio del rebaño, aún
cuando aprovechen de beneficiarse aquellas ovejas que las pisotean. Éstas
ovejas son admirables, porque quizás no coman del mejor pasto, pero siempre
hay otra oveja dispuesta a compartir con ellas su pequeño lecho. Entre estas
ovejas se cuentan todos los que no sólo lamentan, además enjuician los
bombardeos contra Iraq, entre estas ovejas identifíquese si no obedece al
mejor armado, sino al más honesto, entre estas ovejas está usted si tomó algo
de su tiempo y lo dedicó a leer algo respecto al ataque (además de ver el
noticiero de la tarde) y, por último, da lo mismo si cree o no en algún dios o
si llora al ver las noticias, siempre y cuando se levante, cada mañana, a
trabajar por su familia, a apoyar a sus amigos y a seguir los latidos de su
corazón y no los de su bolsillo, como los de las ovejas gordas, que son
grandes empresarios capaces de matar a su madre por firmar el acuerdo del
libre comercio con el país de Bush.


LOS VIAJES DE LA REPORTERA (Frustrado trabajo para el Colegio basado en que mi sueño de púber era conocer Grecia)
Hoy: “Grecia” (o acunando olores, sabores y sonidos sabrosos a la belleza).
Grecia es un país realmente hermoso. Yo no lo creía, de verdad, pero después
de mi viaje allí como reportera, durante el verano griego, me di cuenta, que
haber residido en el mundo, sin pasar por la tierra de Aquiles, es como no
haberlo hecho.
Por eso es que quiero describirlo, todo, todo, a ver si así puedo llenarlos
con ése sentimiento que me recorría a mí al pisar el suelo de los griegos.
Créanme, he divagado mucho sobre por qué el país -que bauticé- de las islas me
enamoró tanto; a lo mejor, cavilo, fue por el contraste del infaltable cielo
azul intenso con el blanco pétreo de sus milenarios monumentos, o quizás fue
por el sabor de las aceitunas, el aroma de los azahares y la calidez del
pueblo, también puede ser la emoción nata, por estar donde se acunara el
pensamiento clásico, y que pese a haber vivido bajo el yugo extranjero durante
años, haya recuperado todo lo que era suyo y lo exponga...o no sé. Mejor,
ayúdenme a averiguarlo ustedes:
La aerolínea nacional griega se llama Olimpya Airways, pero como no llega a
Chile, tuve que conectar Lan Chile con Iberia (la aerolínea española) para
poder llegar a Atenas. Es difícil explicar lo que sentí al pisar suelo griego.
No fue lo mismo de siempre, nunca es lo mismo de siempre al visitar otro país,
ya lo saben, pero, esta vez, el escuchar hablar el griego en su acostumbrado
volumen alto, el clima Mediterráneo, seco y caluroso y no tan frío en
invierno, la mucha costa azul que baña el país de los griegos y el no
permanecer ni ésa noche en la capital (debido a que el tour que tomé me
transportaría en unas horas a la ciudad de Delfos, cercana a Atenas, por unos
cuantos Dracmas, porque ya les he dicho, fieles lectores, que en al vida del
reportero es importante ahorrar) me hicieron sentir algo enferma. Como fuere,
me subí al bus con aire acondicionado y, por el camino, me entretuve
observando el relieve montañoso que me alejaba de la capital, alejándome,
igualmente, de la costa.
Cual no sería mi sorpresa al sentir una voz en castellano que se dirigía a mí.
La voz provenía de una mujer de mi edad, rostro típicamente griego: ojos
profundos, cabellos espesos y oscuros, nariz grande y porte firme, que me
saludaba. Ahí empezamos a conversar y nos hicimos amigas. Toula, se llama
ella, trabaja de intérprete (por eso el idioma) e iba a su casa a festejar el
cumpleaños número sesenta de su padre, aún es soltera, así que, por lógica,
vive allí. Por el camino me explicó que los griegos no se relacionan como
nosotros, los chilenos, porque viven en estrecho contacto padres, abuelos,
hermanos, tíos, sobrinos y primos, ya que la familia es el núcleo esencial de
la sociedad, ellos no son la excepción a esa veneración mediterránea por los
ancianos, que viven en sus casas con sus familias hasta morir, ni tampoco al
cariño y libertad hacia los niños; el machismo sigue latente, pero está
desapareciendo en las urbes con las nuevas generaciones, aunque sigue presente
la dote de la novia para casarse; los griegos, decía Toula, son personas
cultas, presentan una baja tasa de analfabetismo y muchas librerías, ya que
son personas curiosas y muy imaginativas, orgullosas y algo melancólicas, a
quienes les gusta cultivarse y saber de culturas distintas a la de ellos. Otra
característica del pueblo, es su profundo apego religioso y su respeto por los
fenómenos sobrenaturales, practican la religión ortodoxa, y ritos paganos de
la antigüedad, los cuales presentan sus coloridas y habituales fiestas.
Importantes son sus bailes, me contaba Toula, al ritmo del bouzóuki, se danzan
el kalamanmtianós, baile en círculo, en cuyo centro está el bailarín principal
con un pañuelo, el tsifteteli, donde su mueve el vientre a lo griego, el
chassápiko, bailado por parejas masculinas, y el que más me tincó, el
zeimbékiko, donde el bailarín debe imitar un felino.
Llegamos a Delfos al atardecer. Toula me invitó entonces a su casa. Debo
reconocer que me dio vergüenza ir y denegué, pero, como buena griega, insistió
tanto, que acepté. Mandamos mi equipaje en un taxi y nosotras, a petición mía
y de mi cámara fotográfica, hicimos el trayecto caminando. Ahí fue cuando olí
Grecia por primera vez. Las calles, hechas de cafés, plazas, paseos y
jardines, estaban llenas de gente, en las afueras de las hogares, de concreto
y no opulentes, conversaban las vecinas, mientras sus maridos hacían lo propio
en las tabernas. Me llamó la atención como entre sus dedos pasaban las cuentas
de los kombolis (rosarios de madera o ámbar) o verlos jugar Tabil, porque ésa
es la hora en que ellos empiezan a vivir, mientras que a principios de la
tarde están durmiendo siesta.
Al fin llegamos al hogar de Toula Vardalos, mi acompañante y guía. Era una
casa adornada con viñedos y olivos, que al probar desde el árbol me supieron
tan amargos como sólo ellos pueden saber, con naranjos y limoneros. Una típica
y encantadora casa griega. Sentí el aroma de los corderos y chivos, pollos,
cerdos y vacunos asados. Me introdujo Toula a su familia y todos estaban
alegres y gritando, así que al verme acentúe su jolgorio, que al poco rato
pasó a ser también mío. Su primo Kosta me saludó con un:”bienvenida a Delfos,
la morada de Apolo, dios de la luz y lugar venerado por todos, al pie del
monte Parnaso; Delfos estaba, en el segundo milenio ac, consagrado a Gea,
diosa de la tierra que vivía en una cueva del monte junto a su hijo Pitón,
donde emitía sus oráculos juntoa su hija Temis”. Entonces me integraron a la
fiesta dándome un vasito de Ouzo, su típico y fuerte aguardiente anisado. La
madre de Toula, Apolonia, hermosa señora de cana cabeza, me encontró muy
flaca, siendo que en Occidente me han dado a entender varias veces lo anti
estéticamente gorda que estoy, así que me embutió queso de cabra, anchoas,
gambas, ensaladas con ingredientes como pepino o huevas de pescado
(taramosaláta).
Al día siguiente, nos levantamos medianamente temprano y varios familiares y
vecinos me llevaron a descubrir las maravillas de Delfos. Primero, fuimos al
Templo de Atenea Pronaia, que fuera erigido en homenaje a la diosa a
principios del sigo V ac, guardando el estilo dórico. Fue derruído por un
terremoto, así que de cada veinte columnas, sólo quedan tres. Seguimos mi
paseo yendo al Pórtico Occidental, que, una vez subido, nos lleva al santuario
de Apolo, a través de las ruinas de éste, se ve el tesoro de los atenientes,
donde se encontró alguna vez el botín obtenido en Maratón, está hecho de
mármol y adornado con las esculturas de Heracles y Teseo, representando sus
hazañas y una escena de amazonas; de aquí partimos hacia el Templo de Apolo,
que se eleva sobre una terraza, en ella se encontraban grabadas las divisas de
los sabios, como la de Sócrates “conócete a ti mismo”. Salimos de acá parar
arribar al extenso olivar de Anfis, serpenteante entre las montañas, que se
creía el centro de la inspiración musical y poética, aquí, lugar de musas, en
el Parnaso, se alababa a los dioses Pan (campos, bosques y fertilidad) y
Dionisio (vino y vegetación). Por último, caminamos hasta la Esfinge del
Oráculo de Apolo, que, mitológicamente, es un monstruo con cabeza y pechos de
mujer, cuerpo de león y alas de ave, está acuclillada en una roca y debe
abordar a todos los que entren a una ciudad o templo para plantearles un
enigma, si los interpelados no resolvían el enigma, ella los mataba; la
esfinge más célebre fue la de Tebas, quien preguntaba ¿qué es lo que tiene
cuatro pies por la mañana, dos a mediodía y tres por la noche?.
Al otro día, el que sería mi último en el acogedor Delfos, fuimos a que yo
conociera el tradicional comercio. Hay todo tipo de locales, desde caras
boutiques, entrañables tiendas, hasta alegres mercadillos, infundados de
colores y olores, los cuales conforman un ambiente sumamente atractivo. Las
artesanías griegas, concluí, son perfectas para los amantes de las compras,
sobre todo, porque son variadas. Tenían imitaciones de antiguas vasijas de
cerámicas, las tallas de madera, vestidos y alfombras bordados a mano, objetos
de cuero, telas hiladas en el campo, mimbre, joyas (amatistas), abrigos de
piel y muchas imitaciones de obras de arte antiguo. También se adquieren
productos alimenticios, como frutos secos y vinos con sabor a resina. Compré
un poco de lo más barato de todo, besé a mis anfitriones y les hice señas
desde el bus en el que me alejaba por un camino polvoriento.
Y así fue cómo concluyo mi estancia en Delfos, aquella de la que guardo
bonitos recuerdos debido a la gente con la que compartí.
Pronto seguí a Olimpia, donde se festejaban los juegos y donde la vegetación
está muy presente con sus adelfas y árboles enroscados en las columnas
antiguas, con el refrescante río Alfeo transitándola, con el orgullo de ser la
ciudad pionera de la historia clásica. Después viajé hasta Corinto, que goza
el privilegio de haber sido la ciudad griega comercial en la antigüedad,
porque comparte los mares Jónico y Egeo, y se le atribuye la formación de la
colonia de Corfú, famosa por haber sido el lugar favorito en el mundo de la
emperatriz austrohúngara, Elizabeth, quien erigiera allí el Aquileión como
monumento a su héroe. Quedan en Corinto ruinas romanas. Proseguí mi camino en
Micenas, fundada por Perseo tras largas expediciones a Asia, luego llegarían
los aqueos y la harían la capital de un poderosos reino. En la
contemporaneidad, se descubrieron las riquezas de los Atridas, las cuales
reposan en el Museo Nacional de Atenas hoy en día. Aquí está la tumba del
reconocido Agamenón.
¿Y, han deducido ustedes qué fue lo mejor de Grecia, ya que yo no puedo?. Mas
si quieren una confesión de su soltera reportera (siempre me han gustado las
aliteraciones), el que me encantó fue Kosta, primo deToula, incluso me regaló
un anilo para que regresara a casarme con él. ¿¡Qué les parece!?. Sea como
fuere, tenga el apellido que tenga el próximo mes, nos vemos en nuestra
columna, la de los viajes para la gente.


ILUSIÓN TRUNCADA (O BREVE HISTORIA DE EL ÉL)
Nunca me había costado tanto el proceso de apretar estas teclas mágicas que,
de alguna manera, hacen aparecer mis pensamientos en la correcta pantalla
frente, aunque no la mire, a mí. Debe ser que esta noche confusa y dolida,
borracha y resentida, se me vinieron las ganas de contar algo en estrecha
relación conmigo misma. O sea, todos mis cuentos son propios del alma, pero
tienen el matiz de otros nombres y otras fechas, éste, en cambio, es algo
científicamente comprobable, expresión que tanto les gusta a mis amigos
objetivos. A lo mejor se me hace cuesta arriba el camino, porque voy a tener
que recordar y poetizar todo, como para que el cuento sea bueno, y si a medio
camino sospecho que no va a querer leerlo nadie, entonces hasta ahí no más voy
a llegar. Y las inconclusiones son algo que siempre me ha mordido el seso. Por
consiguiente, me apresuro a contar mi historia, no sin antes dar alguna reseña
sobre mí, ya que los que no me conocen sin ella apenas comprenderían la mitad
y, para empezar, una de las carencias del corazón Nadia Silhi, es que lo
entiendan o al menos traten y, para ello, debe expresarse y he allí lo
difícil, he allí la parte del entendimiento con el resto de la humanidad. Soy
muy influenciable en el sentido de que si me cuelgan un cartel de algo, no hay
quien me lo quite. El asunto es que por situaciones ajenas a esto, me
cartelaron de sin carácter, timidez, lentitud, introversión, etc., además, yo
me reía de esto, porque con mis amigos de siempre todo era monótono, pero
seguro y casi feliz, así que no necesitaba yo demostrar lo contrario, hasta
que una tarde, debido a la organización de mi siempre colegio, caí en la
cuenta de que ya no estaría con mis amigos por las tardes de clases y que
debería juntarme con otra gente. Claro que era complicado, siempre está ése
temor a hablar, a saludar, a parecer entrometida, a ser uno y a no encajar.
Pero debido a las circunstancias, me atornillé una sonrisa y un saludo a flor
de piel. Al principio costó, pero de a poco me sentí más segura, porque capté
que aunque mis amigos no lo supieran la careta era la de la timidez, es decir,
yo era un ser amistoso, sociable y valioso, porque no me perdía en esencia al
estar con diversa y análoga gente. Pero me adelanté. Soy un fracaso. Al
principio, a las primeras tardes, yo no llegué así, tan linda e inteligente,
yo llegué enmascarada, el verdadero motivo de mi descubrimiento fue...él. Él.
Al comienzo para mí era uno más, porque pese a sus ideas revolucionarias lo
techaba su mejor amigo, el ser especial al que descubrí una tarde lluviosa,
tarde en que descubrí que teníamos parecidos, tarde en que simpatizamos...y
llegó él, con los mismos atributos del amigo más la belleza física, la silueta
del hombre, la piel del hombre, la sonrisa y el andar del niño. Con él charlé,
en vez de simpatía y coincidencias, con él descubrí nervios, el querer gustar
no sólo como compañera de lucha, sino también como mujer. Desde ése momento,
cada vez que nos veíamos nos besábamos las mejillas e intercambiábamos algunas
palabras. Lo recuerdo cordial, lo recuerdo con el puño alto saltando alto en
las protestas y me recuerdo al lado de él, algo más alta, mucho más inocente,
siempre opaca y amena, tratando de decir lo preciso y lo brillante, porque así
me di cuenta que le gustaba TODO a “él”.
Él era un joven de ideas claras. Yo pensé que de gustos especiales, pero con
el tiempo aprendí que no, que hacía casi lo mismo que cualquier muchacho de su
edad, sin contar la entrada social que tenía, sin contar cuántas chicas se
morían por él, sin contar que él a pocas dejaba con las ganas y sin contar que
un ser taciturno y de ciertos talentos varios como yo lo dejaba un poco atrás,
situación muy intolerable para él, para él que necesitaba rodearse de amigos,
a quienes sintiera inferiores, a excepción de su mejor amigo, a quien
idolatraba, pero ése era uno solo. Yo ya no cabía tanto...
Otra vez adelantada. Nadia, Nadia. Me metí a organizaciones varias por él, a
grupos varios de gente, cambié algo mi manera de ser, y mis acostumbrados
seres queridos me lo dijeron, andaba yo relajada por la vida, me extasiaba,
bajé de peso, hablé con quienes nunca antes me interesó hablar y en ellos
descubrí magia, creció mi trabajo como escritora y mejoraron mis notas, pese a
que estudiaba menos que nunca. Todo era bueno.
Recuerdo, sin más, una mañana, la primera del aniversario del colegio. Él
organizaba la mayoría de estas “actividades entretenidas”. Yo estaba con mis
chicas (o amigas del alma y de siempre) en el pasillo. Pasó por mi lado. Agité
la mano y sonreí. Me miró de reojo y pasó de largo. Me desgarré. Vaya, no
levanté la cabeza hasta la noche. Ésa noche. Fui como oportunidad única a la
gran fiesta. Él estaba en la entrada, lo vi, me paré al frente de él, como en
broma le dije que en la mañana andaba nervioso, contestó que era lógico, luego
le presté mi mejilla contrariada, dijo “salúdame tú”, entonces aproximé la
cara e intensificó sus labios sobre mi piel. Qué ardor dulce, qué miedo a lo
impropio.
En otra ocasión (y hubo más, como cuando le confesé que tenía bonitas muñecas
y que me encantaría estar con él y su guitarra en una fogata, incluso allí le
vi sonrojarse y, por lo mismo, tomar distancia) bajamos a la sala de
computación. Me senté alocadamente sobre una silla inestable que me dejó en el
suelo y se acercó a recogerme, dijo “casi moriste” y yo contesté “resistí por
ti”, entonces sonrío como sólo puede hacerlo él, más con los ojos que con los
labios, y respondió “gracias”.
En Temuco era otoño, el escenario perfecto. Sin embargo nunca llegaron a
concretarse las caminatas de oro y besos que yo imaginaba antes y durante el
sueño para los dos.
De a poco hubo lugar para mí en su grupo, en su grupo de diez hombres que yo
no conocía, pero intenté hasta la rabia conocer, ya que sabía que no era
recíproco el interés. Me mezclé con todos. Ahora era yo una más. La
experiencia me sopla que los muchachos son molestosos y éstos decidieron que
yo era presa fácil. Él se mimetizó con ellos. Ahí él fue uno más. Y lo perdí
todo...
Si antes nos mirábamos con confianza y sonrisa, y conversábamos con su mejor
amigo, que a esas alturas también era amigo mío, aunque, volviendo al meollo
del tema, debo confesar que no hubo llamadas telefónicas ni cartitas ni
largas charlas ni muestras de interés por su parte hacia mí en especial, ahora
yo estaba en el grupo como la Nadia y nada más.
Aproveché mi momento de gloria, pero creo que ya acabó. Es decir, no sé si
darlo por finalizado, pero ya no me saludo en los pasillos ni en la sala con
él o con el mejor amigo, tampoco conversamos sin los otros, que no son
espiritual ni ideológicamente como nosotros, menos aún les importa qué haya
sido de mí. Volví a lo del año pasado. Tengo estados depresivos, como antes,
como éste. Me siento un estorbo junto a los que sentí amigos y quienes,
repentina y silenciosamente, sin pensarlo antes ni pensarlo durante ni
pensarlo ahora, me echaron a un lado.
Él...ya no es el dulce desconocido que era antes. El cerebro y la intuición me
han hecho conocerlo, sé sus debilidades y defectos, sé más de él mismo en ése
aspecto que él mismo. Yo sé que no le soy indiferente, pero en la práctica se
comporta así conmigo. Y yo ¿quién soy para reclamarle algo? ¿acaso alguna vez
ocurrió algo mínimamente comprometedor entre nosotros?.
Y la duda: ¿me doy por rendida o me humillo persistiendo sin saber en qué, a
sabiendas de que él me rechaza, totalmente ajeno, como pretende, hasta como
compañera de banco?...

EL BLANCO DE MIS CRITICAS AUN NO FINALIZADO
Mis dolores...duelen, qué más simple. No sé, es como si hubiese nacido sana y
la vida me fuese recargando de trampas, es como si la vida me hiciese dos
zancadas por cada un paso, es como si manchas negras me tiñen el rostro un
poco cada día, un poco para no dejarme ser para los demás y otro poco para no
dejarme ser para mí misma.
Primero vino la taquicardia, mi taquicardia, paroxística supra ventricular,
supe años más tarde que se llamaba, incluso hace unos meses me dijeron su
verdadero, científico y actual nombre, pero van a tener que disculparme...no
lo recuerdo.


DE POR QUÉ SOY DISTINTA: NO INTELIGENTE Y MUY SUPERIOR
El que esta en el como. Por eso yo no creo ni en la ciencia -ni en la gente-.
Porque no creo en el obvio y en el objetivo. La ciencia usa mucho los en
consecuencia, los porque, los eliminar. La ciencia es detallista sin omisión.
Yo, en cambio, aun no se razonar, y no creo aprender tampoco, porque para eso
hay que ser inteligente y yo, no, yo no soy inteligente. Estoy yo muy por
encima de la mera cualidad de la inteligencia. Supongamos: Dios nunca ha
creido en mi, pero no por eso voy yo a decir que El no exista. Yo estoy por
encima de ello tambien.
Soy una criaturita extraterrestre. Un ser artífice que no pertenece a ningun
sitio, que ni siquiera se pertenece a si misma (¿o deberia decir si mismo?)...
(¡ah, escribir sin tildar es una boludez!). Un ser raro. Un alguien cualquiera
que cree caerle mal al libro de física..., y ellos me consuelan, no saben que
el que yo diga que le caigo mal al libro es una artimaña para justificar mi
falta de inteligencia. Aun asi, tonta pensante y todo, tengo habilidades que
nadie mas tiene. Es costoso explicarlas...:Es como si los idiomas los armara
yo misma para luego decirlos en voz alta y siempre acertar, es como si yo
inventara las palabras que ya otros han inventado y explicado sin que estas
hubiesen alcanzado conocimiento popular y sin mas yo las se. Es como si yo
entendiese demasiado bien al ser humano. Si, no hay nadie que pueda conocer a
la gente mejor que yo. Y tambien la historia y la filosofia son mias, porque
todo lo que piensa mi cerebro pobre coincide inocentemente con ellas. Por eso
me creo superior a los demas...tan infinitamente superior...que estoy muy
abajo, muy abajo, porque, por ejemplo, yo nunca le voy a pegar los palos
derechitos a la casita de artes, porque tengo mas ideas que esas y quiero
ponerlas en marcha, entonces estas se contraponen con las de la profesora y de
mis compañeros, y vienen las malas notas y las criticas. No, no soy un animal
armonicamente social. No soy normal, porque, se me olvidaba, la normalidad no
existe, los promedios tampoco, solo los casilleros y, por lo sentido (ya que
el alma no se ve) no quepo en ninguno. Y esta vez no es solo por mi metro
ochenta y dos de estatura...

IDEALLIO
Vivo jugando a personificar caracteres distintos, esa es mi autentica yo, la
autentica Nadia son varias Nadias, si hago desaparecer a alguna de ellas,
desaparezco por completo. El problema es que alguna gente que amo y tengo muy
cerca, y supuestamente es mi amiga, entrampa a estas Nadias, las confunde,
subconscientemente las envidia, las hace caer junto con ella. Y si una de las
Nadias, estoy pensando, no se superpone coercitivamente a las otras, todas van
a desaparecer, porque iran, una a una, a la rastra de las fuerzas externas que
las quieren derribar.


TRASNOCHE (LA VERDAD, NUNCA MÁS LÚCIDA QUE AHORA)
Que las ideas no fluyan por el torrente sanguíneo no es ninguna novedad para mí. He avanzado muy poco para escritora. A este ritmo, la vida que he soñado nunca va a existir, así como tampoco existen los finales felices, que tanto me han gustado, aunque éstos en el fondo sí existen, porque están dentro de una obra de ficción ideada por alguien y a él o ella le pertenecen y así viven. Pero mi historia no…no ha tenido final, y como soy humana y perfectible (aunque esto último no venía al caso) nunca voy a saber por antelado de mis finales, pero creo poder sentir logros en materia de ser una escritora y, hasta el momento, evidentemente, no ha habido ninguno. Ni se me conoce por ello (como cualidad extra, digo, que no le pido más a mi entorno de intelectos frustrados: empezando por el mío) ni he conseguido publicar algo ni ganado concursos ni nada. Estoy peor a como empecé hace ya algo de diez años, es que ahora tengo dieciséis y cientos de sueños construidos sobre la base del gran sueño de ser escritora. Antes no tenía ganas, podía querer no ser nada, así como los otros niños, y ahora querría estudiar algo relacionado con el área de la salud y tendría un cuerpo sin celulitis y apariciones sociales realmente perfectas. Pero no. Yo quería ser escritora. Tal vez nací en el lugar equivocado o he ido siguiendo, las pocas veces en que he decidido, los pasos equivocados, pero lo cierto es que (ay que me gusta esa expresión, si la uso siempre) Pablo Mackenna ya estaba editado y publicado a los doce años de edad e Igancio Fritz tiene como veinte años y es columnista del The Clinic y el ... (como con un año más que yo) tiene derecho a escribir en la página de la ugep las mismas cosas que yo sé por osmosis, opinando como igual que yo. Y deberían provocarme envidia. Pero no. Me producen admiración. Incluso me gustan…sí, lucky men.
El problema ahora es el escondido, o mejor dicho encubierto, simple y tradicional: capaz que yo no escriba bien, sea yo, lo más lógico, una niña con no habilidades, ni gustos, preponderantemente, científicos, y vocación humanista, a quien alabaron por algo de creatividad y en su pajaroneo de ensueño encerrada en su pieza de niña sola, salvo por los cientos de adornos que siempre tuvo, haya soñado con algo más: ser escritora. Los profesores (un par) la felicitaron por sus composiciones, pero en las películas de niños escritores siempre felicitan a uno solo, al protagonista, y en mi caso siempre compartí los elogios. Y si ya en mi nivel somos mínimo tres pontenciables escritores, dos sin mí son los que tiene tinta nadando con los eritrocitos…y si entonces pienso en todo Temuco, Chile, América y el resto del mundo y, sorpréndanse, no me estremece tanto ya que lo siento demasiado lejano pues en mi solo nivel hay mucho genio y eso me alegra, y no me altera, porque ninguno de ellos, mis amigos, a todo esto, ha conseguido nada importante en la materia, pero lo conseguirán, porque son buenos, y yo, en cambio, soy una persona (no me atrevo a puntualizar más) delirante y distraída, cuya único mérito equivaldrá a su único fracaso (así de extremista y tápense la boca): soñar, la imaginación del sin sentido.


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